ATRAPAR @ KNIGHT

Disparo de muerte

Anthony Phills
8 min readAug 20, 2021

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La trampa

Los ojos de Knight se abrieron de golpe cuando sintió el primer pulso de adrenalina corriendo por sus venas. Durante unos segundos, se quedó recostado en la cama, inmóvil.

Luego, lo escuchó de nuevo… el distante sonido de una llamada proveniente de una laptop apoyada en la mesa de noche. Enderezándose en la cama, suspiró mientras trataba de quitar de su mente el último vestigio de sueño.

Cuando se conectó a la llamada, apareció la cara de Hiro en la pantalla: “Ay, te ves muy mal… perdón por despertarte pero necesitaba una línea segura para hablar contigo”.

“Está bien, no hay problema. ¿Qué sucede?”, preguntó Knight.

ATRAPAR A KNIGHT: Disparo de muerte
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“Me llegó información de que en la web oscura están pasando cosas. Se está calentando el ambiente para mal”, dijo Hiro. “He escuchado algunos comentarios sobre un posible ciberataque a algunos de los últimos modelos de coches de Tesla”.

“¿Qué quieres decir, un ciberataque a la tecnología del auto?”. A Knight la pareció divertido.

“Sí. Se descubrieron algunas fallas de seguridad en las llaves de los Modelos S de Tesla. Si las aprovechan, se podría leer el número de identificación del vehículo visible en el parabrisas y en el panel de instrumentos y acercarse a 15 metros del llavero remoto de la víctima”, explicó Hiro.

“Interesante…” dijo Knight entre dientes.

“Según mis fuentes, Tesla informó a los investigadores que se va a enviar una actualización para solucionarlo”, continuó Hiro. “Los hackers usan un error en un coche aparcado y controlan su sistema de infoentretenimiento por medio de WiFi. Al apropiarse de un automóvil o de un autobús, el hacker podría mover un asiento, activar los intermitentes, los retrovisores exteriores, los limpiaparabrisas, abrir el techo solar o poner el coche en modo de conducción o aparcamiento. También podían controlar los frenos. En este caso, estoy hablando de mucho más que de joder al propio coche. Estoy hablando de un ataque totalmente intencionado a la tecnología del coche”.

“¿Quieres decir que hay algo que se apodera del automóvil?”, preguntó Knight.

“Sí, exactamente. Y si lo que escuché realmente va a suceder, tienes que estar preparado”, advirtió Hiro. “Me tengo que ir”.

Cuando terminó la llamada, Knight colocó la laptop de vuelta en su mesa de noche mientras escuchaba un golpe en la puerta.

Metió la mano debajo de la almohada y tocó el frío acero de su pistola 9 mm. Desde que tenía memoria, la tenía allí para poder agarrarla fácilmente. Y eso le había salvado la vida infinidad de veces.

“¡Servicio de habitación!”, gritó una voz femenina.

Knight buscó su teléfono celular. Desde una microcámara estratégicamente ubicada en la parte superior de la puerta de la habitación del hotel monitoreaba quién iba y venía por el pasillo en todo momento. Y de hecho, una mujer vestida de blanco y negro con toallas en su brazo se encontraba parada en la puerta, lista para entrar.

Aunque le pareció un poco raro que las mucamas del hotel estuvieran hacienda sus rondas a esta hora de la noche, dudó antes de contestar, “Un segundo”. Todavía tratando de sacarse de encima la sensación de sueño que inundaba su cuerpo, se alejó de la cama.

Tomó un par de jeans y aseguró su arma en la cintura. Se movió hasta la puerta. No encontró su camisa así que decidió que tendría que ir así.

Al abrir la puerta, una mujer rubia, menuda y de aspecto bastante atractivo, lo miró con un par de toallas limpias en los brazos. Su pintalabios rojo acompañaba una sonrisa elegante y seductora que a Knight le resultaba extrañamente familiar.

“He traído algunas toallas y sábanas limpias….” A la mucama le resultaba difícil apartar la mirada del físico bien formado de Knight.

“Uhm, claro…” Knight abrió la puerta un poco más para dejar espacio para que entrara.

Supervisando a la mucama, Knight se hizo a un lado mientras ella se dirigía al dormitorio. Sin decir una palabra, colocó las toallas blancas en la mesa y comenzó a acomodar las sábanas.

La dejó que terminara con sus tareas, entró al baño y cerró la puerta.

Cuando salió unos segundos después, el sonido de un arma amartillándose hizo que Knight mirara directamente al cañón de una pistola: “Sabes, Knight, nunca es buena idea dejar entrar a una mujer atractiva en tu habitación de hotel a estas horas de la noche…”, susurró la mucama mientras le apuntaba.

Knight, dándose cuenta de que lo habían pillado con la guardia baja, exhala mientras intenta ganar tiempo: “Ah, ya me conoces. No puedo resistirme a las rubias con uniforme…”

“Déjate de tonterías, Knight. Estás hasta el cuello. Así que puedes pensar en esto como un favor. Porque puedo decirte ahora que ni siquiera tú podrás sobrevivir a lo que está a punto de suceder…” continuó la mucama.

“¿Por qué no me explicas antes de matarme? Al menos así sabría la razón, murmuró Knight.

“Tesla…” susurró la mucama.

Aunque solo pronunció una palabra, Knight le encontró sentido a cada sílaba.

“Así que el plan es hacerse de algunos coches Tesla y meterse con tecnología de la que no saben nada, ¿verdad?”, preguntó Knight en broma.

La mucama se rio sin parecer sincera: “Ah, veo que ya te han puesto al corriente…”.

Lanzándose hacia adelante, Knight agarró la pistola que tenía la mucama en la mano. Al reaccionar a su repentino movimiento, ella se desvió hacia la izquierda y chocó con una mesa de vidrio, que al romperse dejó esparcir fragmentos de vidrio por el piso.

“Esta vez no, Knight…”, dijo furiosa la mucama y volvió a apuntar el arma hacia su objetivo.

Contrarrestando su acercamiento, Knight se lanzó de nuevo, esta vez manoteando su garganta. La fuerza del golpe hizo que el arma saliera volando de la mano de la mucama y cayera sobre la alfombra. Ella tosió y se agarró la garganta, sin poder respirar. Su cuerpo se dobló mientras tragaba aire, desesperada por no ahogarse.

Aprovechando la oportunidad, Knight se lanzó hacia delante dirigiéndose hacia su pistola. A pocos centímetros de ella, la mucama saltó y lo empujó hacia adelante. Tratando de no perder el equilibrio, Knight estiró las manos delante de él y cayó sobre la alfombra.

Una repentina ola de dolor lo golpeó cuando sus manos entraron en contacto con los pedazos de vidrio. En segundos, Knight notó un charco de sangre formándose bajo sus manos y filtrándose entre las fibras de la alfombra persa.

“Knight, lo estás poniendo difícil… ¿Por qué no te rindes mientras puedes? Hasta incluso puedo dejarte morir con un poco de dignidad”, continuó burlándose la mucama mientras estiraba una mano hacia el arma.

Reaccionando, Knight se colocó de costado a su oponente, con el lado derecho hacia delante. Su pie izquierdo se adelantó, cruzando por delante del derecho, y sus manos se cerraron, la izquierda en vertical frente a su pecho, la derecha contra su costado, con el puño en alto, lista para golpear. Giró en sentido contrario a las agujas del reloj, casi sobre la punta de su pie izquierdo, la pierna derecha subiendo primero por la rodilla, luego extendiéndose mientras giraba y golpeaba con el talón derecho la mandíbula de la mucama mientras el peso de Knight se asentaba sobre todo su pie izquierdo, dando a su patada más potencia y estabilidad.

La mucama se tambaleó, luchando por recuperar el aire. Por un momento, pareció que iba a vomitar, pero consiguió enderezarse. Pura rabia cruzó su rostro. Cargó contra Knight, agitando los puños. Knight estaba preparado. Un rápido puñetazo directo a la mandíbula desprotegida de la mucama y su cabeza y su cuerpo se arquearon hacia atrás, con toda su potencia empujándola como una banda elástica rota.

“¡Suficiente! ¡Si quisieras matarme, ya podrías haberlo hecho! ¿Por qué haces esto?” gritó Knight en un ataque de rabia. Por fin cogió su propia pistola del cinturón y apuntó directamente a la mucama, que se encontraba herida y encorvada sobre la alfombra. “¿Quién te ha enviado aquí?” preguntó Knight.

“No te voy a decir nada. Pero supongo que ya lo sabes. Será mejor que acabes de una vez”, dijo la mucama mientras señalaba la pistola.

Mientras Knight miraba a la mucama, una extraña sensación se apoderó de él al mirarla a los ojos. Esos ojos… Algo en esos ojos… le parecían extrañamente similares a los de Dominika, con quien había tenido una relación intermitente.

Al percibir la vacilación de Knight, la mucama trató de tomar ventaja por última vez saltando y lanzando un jarrón hacia él. Dejándose llevar por sus reflejos, Knight apretó el gatillo.

Se oyó un solo disparo. Por un momento, el tiempo se detuvo. A Knight le pareció que todo sucedía en cámara lenta. Podía sentir cómo la bala salía del cañón y cómo sus ojos la seguían y la veían tocar la frente de la mucama, enterrándose profundamente en su cráneo.

La mucama quedó estática y tragó saliva. Mientras un pequeño hilo de sangre fluía de la herida, sonrió como agradeciendo a Knight por haber acabado finalmente con su vida.

Lentamente, su cuerpo comenzó a caer y una vez que su cabeza alcanzó la alfombra, ya había exhalado su último aliento.

Knight se quedó de pie, observando la escena. La adrenalina le retumbaba en la cabeza y le hacía zumbar los oídos. Durante lo que le pareció una eternidad, mantuvo el arma a distancia, apuntando todavía hacia el lugar donde se encontraba la chica. Finalmente bajó el brazo, soltó el arma y escuchó cómo caía ruidosamente al suelo.

Knight escaneó la habitación: había sangre por todas partes; vidrios no solo en el suelo sino incrustados en la palma de sus manos. Las sábanas rasgadas y una mesa de comedor antigua tirada de lado.

Bloqueando mentalmente la escena que tenía delante, pasó por encima del cuerpo y fue hasta su mesa de noche, cogió el teléfono y marcó un número.

“JP, necesito que te encargues de algo…” dijo Knight en cuanto JP atendió.

“¿Qué, necesitas que me deshaga de un cuerpo?” bromeó JP.

Cuando Knight no respondió, JP supo que era precisamente con eso con lo que Knight necesitaba ayuda.

“Knight, tienes que salir de ahí. Cuando quien haya enviado a esta persona se entere de que no has sido eliminado, enviará refuerzos….” aconsejó JP.

Cuando Knight terminó la llamada, se dirigió al baño para limpiar todo lo que pudiera en el poco tiempo que tenía. “¡Ping!” El teléfono le indicó que acababa de recibir un mensaje.

Pensando que era JP, hizo clic y descubrió que era de Hiro. Un enlace con el texto “Está comenzando” le devolvió la mirada.

El mensaje redirigía a un vídeo de vigilancia que mostraba cómo un coche Tesla electrocutaba a su conductor. Knight vio el vídeo dos veces antes de suspirar.

“Ha comenzado…” Knight susurró mientras releía el texto de Hiro.

Haciendo una mueca de dolor al arrancarse unos trozos de vidrio de la mano, se envolvió las heridas con una de las toallas blancas. Encontró una camisa blanca y gris en el suelo del baño, se la abotonó al azar mientras cogía sus llaves. Echó una última mirada al cuerpo en el suelo antes de huir del lugar.

Pronto

Atrapar a KNIGHT

Los asesinatos del coche eléctrico

Ambientada en el trasfondo de Washington DC, Los asesinatos del coche eléctrico se adentra en la internet profunda, el estado profundo y el secreto que guardan. Knight se ve obligado a correr contrarreloj para salvar a tres senadores de las garras de sus propios coches eléctricos. Solo queda una pregunta: ¿podrá detener este golpe digital a la democracia estadounidense o será demasiado tarde?

Si desea más información, contácteme en tonywknight@phills.com

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Anthony Phills

Author, Designer, Public Speaker and A.I.: Business Strategies and Applications Certified — Http://Phills.com